Después del día de huelga del miércoles que
baño el festival con un toque descafeinado, con pocas películas y sesiones,
volvemos a la carga. Si el martes nos tocó el día con la II Guerra Mundial de
fondo hoy jueves es el turno del cine comprometido con Le Capital de Costa-Gavras
y The Attack de Ziad Doueiri.
Primero fuimos a la presentación de Le Capital en el Kursaal, en la que estuvieron presentes director, el actor Gad Elmaleh.
Primero fuimos a la presentación de Le Capital en el Kursaal, en la que estuvieron presentes director, el actor Gad Elmaleh.
La película sitúa a Marc, la mano derecha del
presidente del banco francés Phenix, que tras descubrirse que su jefe tiene
cáncer, le nombra como presidente. A partir de ahí, una complicada red financiera
ayudada por la malsana ambición y avaricia del protagonista hagan que se maneje
la economía a su merced, sin importarle nadie.
La película de Costa-Gavras llega en el momento oportuno y teje una ambiciosa historia donde se analiza la crisis desde un punto de vista diferente a quienes la sufren, aquí se retrata a los banqueros que han manejado a su antojo el capital y que con el único fin de enriquecerse a costa de los ciudadanos juegan a la economía sin importar las consecuencias que ésto conlleva.
Una historia de denuncia, con un toque ácido y mordaz, en la que no deja títere con cabeza y en la que retrata a muchas personas a las que podríamos poner perfectamente cara en la realidad.
Todo lo que nos cuenta su excelente guión son cosas y hechos que sabemos que ocurren y se hacen, pero lo que nos quiere avisar el director es de todo aquello que no sabemos, a las personas que están en la sombra y no salen en los periódicos.
Durante toda la película seguimos los pasos del protagonista, viendo la evolución que recorre, cada vez más ambicioso, déspota y falto de corazón. Aunque ese cambio quizás no se produzca en el personaje, sino que fuera un depredador esperando su momento para atacar.
Especie de Fausto post-moderno, donde el protagonista vende su alma al diablo (Gabriel Byrne), pero en la que puede que nuestro Fausto tenga más de diablo de lo que creemos al principio de la película.
Rodada con mucha agilidad, donde el humor, intencionado o no, ronda la película por lo absurdo de lo que vemos, que sin embargo es el día a día de la economía actual.
La peso de la película recae sobre su actor principal, que borda una actuación de primera, consiguiendo incluso que nos identifiquemos con este villano de la economía, aun sabiendo la repercusión que tiene en la sociedad todo lo que hace. Irónico, patético, duro y a la vez cómico, Gad Elmaleh ofrece una interpretación soberbia que perfectamente le podría hacer valedor del galardón a mejor actor en esta edición del festival.
Dura, ácida, cruel y realista; así es esta historia que su visionado debería ser obligado y eleva la calidad del festival, todo un acierto. Costa-Gavras vuelve por todo lo alto, y merece ser reconocido en el palmarés.
Puntuación: 8,5/10
La película de Costa-Gavras llega en el momento oportuno y teje una ambiciosa historia donde se analiza la crisis desde un punto de vista diferente a quienes la sufren, aquí se retrata a los banqueros que han manejado a su antojo el capital y que con el único fin de enriquecerse a costa de los ciudadanos juegan a la economía sin importar las consecuencias que ésto conlleva.
Una historia de denuncia, con un toque ácido y mordaz, en la que no deja títere con cabeza y en la que retrata a muchas personas a las que podríamos poner perfectamente cara en la realidad.
Todo lo que nos cuenta su excelente guión son cosas y hechos que sabemos que ocurren y se hacen, pero lo que nos quiere avisar el director es de todo aquello que no sabemos, a las personas que están en la sombra y no salen en los periódicos.
Durante toda la película seguimos los pasos del protagonista, viendo la evolución que recorre, cada vez más ambicioso, déspota y falto de corazón. Aunque ese cambio quizás no se produzca en el personaje, sino que fuera un depredador esperando su momento para atacar.
Especie de Fausto post-moderno, donde el protagonista vende su alma al diablo (Gabriel Byrne), pero en la que puede que nuestro Fausto tenga más de diablo de lo que creemos al principio de la película.
Rodada con mucha agilidad, donde el humor, intencionado o no, ronda la película por lo absurdo de lo que vemos, que sin embargo es el día a día de la economía actual.
La peso de la película recae sobre su actor principal, que borda una actuación de primera, consiguiendo incluso que nos identifiquemos con este villano de la economía, aun sabiendo la repercusión que tiene en la sociedad todo lo que hace. Irónico, patético, duro y a la vez cómico, Gad Elmaleh ofrece una interpretación soberbia que perfectamente le podría hacer valedor del galardón a mejor actor en esta edición del festival.
Dura, ácida, cruel y realista; así es esta historia que su visionado debería ser obligado y eleva la calidad del festival, todo un acierto. Costa-Gavras vuelve por todo lo alto, y merece ser reconocido en el palmarés.
Puntuación: 8,5/10
Después del entusiasmo de Le Capital hemos ido
a ver The Attack de Ziad Doueiri, que nos habla sobre el conflicto
palestino-israelí. El recibimiento ha sido dispar, a unos les ha gustado mucho,
y otros no tanto.
La película nos sitúa en Tel Aviv, donde un
cirujano de prestigio recibe la noticia de que su mujer podría ser la
responsable de un ataque suicida donde han muerto muchas personas, entre ellas
niños pequeños. Decidido a no creer en lo que la policía le cuenta, decidirá
cruzar el territorio en busca de la verdad, incuso adentrándose en una célula,
haciendo todo lo que esté en sus manos solo por descubrir si la persona que más
amaba ha sido capaz de cometer dicha atrocidad.
El comienzo es potente, piensas que estás ante
una de esas películas que marcarán el año, incluso en tu mente empiezan a
caerle premios. La historia es singular, comienza con fuerza, visualmente
vibrante. Explora territorios inusuales, que te hacen pensar y te crea un
debate interno muy interesante.
Pero, en el tercio final la película da un
giro, y su retrato objetivo en el que intenta entender ambas partes del
conflicto deriva en una moral ambivalente en la que se le ve sus intenciones.
Su escondida justificación de los atentados hace que la supuesta objetividad y
mirada crítica se diluya ofreciendo un discurso final que puede resultar
incómodo dependiendo del espectador.
A pesar de esto, alguna que otra idea
interesante se puede extraer, y al igual que en The Dead and the Living, nos
plantea la pregunta de si es posible amar a un monstruo. Durante todo el
metraje vemos cómo el protagonista lucha contra este sentimiento, sintiéndose
culpable por el amor que ha tenido a su mujer, una persona que no sabía que
detrás se escondía alguien que fuera capaz de matar.
Hay que decir que la película es interesante, que
se ofrece al debate y que no esconde sus intenciones de incomodar, aunque el
tercio final se decante más por un lado. Ali Suliman realiza una interpretación
que ofrece mucha verdad y una mirada penetrante, que te hace que viajes con su
dolor.
Puntuación:
7/10
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