Michael Haneke causó sensación en el pasado Festival de Cannes, donde se alzó con la Palma de Oro, y desde entonces no ha parado de ganar premios, pasando desde la Academia Europea, los Globos de Oro y ahora las cinco nominaciones en los Oscar, incluyendo a mejor película y director.
Georges (Jean-Louis Trintignant) y Anne (Emmanuelle Riva) son un matrimonio de ancianos, antiguos profesores de música. Su vida cambiará cuando Anne sufre una hemiplejia que la incapacitará, haciendo que su marido se ocupe totalmente de ella. Su amor se pondrá a prueba en la recta final de sus vidas.
Haneke, es conocido por maltratar al espectador, en el sentido en que el visionado de sus películas no es precisamente una experiencia placentera, a la vez que ofrece grandes radiografías de nuestra sociedad. Y muchos han querido ver en este Amor, la obra más delicada de su carrera, pero sin llevarnos a confusión, estamos ante otro cruel retrato del director austríaco sobre la vida.
Durante a más de dos horas, asistimos a la degeneración de la protagonista, viendo cómo la enfermedad va haciendo mella a su paso, y cómo un más que santo marido se esfuerza en cuidarla todo lo mejor que puede. Un retrato de amor, entrañable y nada empalagoso, sin adornos ni florituras, como la vida misma, llegando a extremos de planos secuencias de larga duración, sin una música que acompañe a los protagonistas en este duro viaje. La vida tal cual y como es, cruda, pero tampoco quiere Haneke que estemos constantemente sufriendo, y este retrato realista tiene sus momentos de descanso donde los ancianos disfrutan de la música, hacen bromas o recuerdan situaciones de su juventud.
Una película que llega al alma, desgarrándola, haciendo que desde el primer instante sienta una tremenda compasión por sus protagonistas, y quizás sea por la capacidad que tiene de reflejarse en el espectador, en el fondo todos sabemos que podemos acabar de dicha forma y no queremos. Y el reflejo de una sociedad que cada vez da más la espalda a sus mayores y los encierra en residencias u olvida en sus casas, y de esos hijos despreocupados que sólo se interesan por su jóvenes vidas. Haneke va "a saco" y quiere dejar claro la manzana podrida de nuestra sociedad, y para ello se vale de sus dos carismáticos protagonistas, dos ancianitos que cualquiera se llevaría a casa.
El director, en plena forma, demuestra que sabe lo que quiere contar, y cómo lo quiere hacer, y rueda con garra el camino de la senectud, con sus altibajos, pero haciendo ver que no sólo hay enfermedad, sino personas que sienten, rien y también sufren, porque en ningún momento hay que olvidar que estamos ante una película de Haneke y que en cualquier momento cortará la respiración a toda la platea y dejará en estado de shock al espectador.
Una obra, casi, casi perfecta, que se vale del intenso y perfecto trabajo de sus protagonistas, unos Tringtinant y Riva que nadie podría negar que no estuvieran casados, que se complementan a la perfección, que refleja en su mirada el sufrimiento del otro, como si la película fuera su realidad y robarán alguna que otra lágrima al espectador más sensible.
+ La capacidad que tiene de dejar mudo después de acabar.
- No se presta a segundos visionados.
PUNTUACIÓN TOTAL: * * * * *
miércoles, 16 de enero de 2013
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
Hola, tienes un premio en mi blog!: http://yanomeaburromas.blogspot.com.es/2013/01/premio-best-blog.html
ResponderEliminarSaludos :)
He salido completamente impactada:para mi, La cinta blanca, me resultó muy dura, pero al lado de de ésta se queda pequeña. Los que tenemos una cierta edad, lo ves como un futuro, lejano, pero no tanto. En cuanto las interpretaciones, los dos deberían de estar nominados y el Oscar... lo veo muy cerca; todavía me falta de ver, alguna películas seleccionada.
ResponderEliminar