ANNA KARENINA "pasión hecha imagen"

El inglés Joe Wright se ha convertido en uno de los directores más interesantes del panorama actual, con un estilo muy característico y visual, se propone el reto de adaptar a Leo Tolstoy con uno de los personajes más famosos de la historia de la literatura.


En Rusia, en el siglo XIX, Stiva (Maththew Macfadyen) le pide que acuda a Moscú a su hermana Anna Karenina (Keira Knightley) para que le ayude a que su mujer no le abandone por haberle sido infiel. En ese viaje conocerá al oficial Vronsky (Aaron Taylor-Johson), que se enamorará de la aristócrata y ambos vivirán un romance que tendrá consecuencias, haciendo que Anna Karenina deba decidir si rendirse a la pasión o vivir una farsa junto a su santo marido Karerin (Jude Law).

Para la enésima adaptación del personaje ideado por Tolstoy, Joe Wright apuesta fuerte y en vez de seguir el camino fácil de la adaptación académica y clásica, da un triple salto mortal y decide ambientar su película en un teatro que, gracias a un maravilloso trabajo artístico y de montaje, va mutando y cambiando para seguir el recorrido de los personajes.
Una decisión arriesgada, pero menos no se podía pedir a un director que supo dar una vuelta de tuerca al clásico de Austen, y como ocurriera en aquella "Orgullo y Prejuicio" deja atrás todo tipo de estaticidad y encorsetamiento cinematográfico para romper con los moldes y situar a esta Karenina como una de las mejores adaptaciones del personaje en la historia del cine.

Todo entendido en la obra de Joe Wright será conocedor de su obsesión por lo visual, que cada instante y cada fotograma no pase desapercibido, que el espectador sea capaz de sentir sin la necesidad de las palabras y que las imágenes hablen por sí sólas.
Así es su filmografía, pero da un paso más allá y eleva a la enésima potencia todo su afán de crear sentimientos a través de las imágenes, creando una arrolladora película a nivel visual.

Todo queda dicho en las anteriores adaptaciones del personaje, toda disertación y análisis psicológico a través de películas con mucho texto y poco movimiento. Ésto es lo que debió pensar Wright, ahora es el momento de expresar aquello de otra forma, con hábiles movimientos de cámara y unas coreografías que parecen encerrar a una rancia aristocracia en un eterno cabaret.
Para ello se hace valer de una poderosa fotografía, una dirección artística que bien le hubieran valido infinitos premios por crear cientos de escenarios encerrados en uno, un arriesgado montaje y todo ello apoyado por la excelente y operística composición musical de Dario Marianelli, que es a la música lo que Joe Wright a las imágenes, puro sentimiento.

Bien es cierto, que la propuesta puede descolocar a algún que otro espectador, incomodar incluso hasta el punto de sentirse extasiado por el continuo empeño de su director en que cada secuencia la máxima intensidad. Pero, esto le ocurrirá al más escéptico y el resto podrá disfrutar de una película que ya de por sí merece la pena por el gozo que produce. Por el amor al cine, al teatro, a la ópera, la pintura, el baile y la literatura, es en sí un homenaje al arte, a todas las artes. A medida que el drama se desarrolla vemos cómo los personajes van pasando por todas estas artes para expresar sus sentimientos y sobre todo, el oscuro camino que emprende la protagonista. Nunca una heroína, estuvo tan lejos de serlo, de atravesar la senda que propone Wright, más acorde con el original de Tolstoi y más alejada a otros alegres acercamientos.

Es cierto, que su guión deja de lado el desarrollo de personajes secundarios tan importantes como el del paciente marido de la protagonista, o que no llega a la casi perfección del de Expiación, pero no ensombrece a una adaptación fascinante, totalmente recomendable, y más en salas de cine, donde se pueda hacer uso de todos los sentidos para disfrutar de esta nueva propuesta de Joe Wright, que pide a gritos dirigir un musical.

+ El rompedor esquema de la película
- Pierde algo de ritmo en algún que otro pasaje

PUNTUACIÓN TOTAL: * * * *