Lee Daniels rueda su siguiente película tras el éxito de crítica y público que supuso Precious adaptado la obra de mismo nombre de Peter Dexter, thriller ambientado en unos agitados años 60 americanos y con el racismo como telón de fondo.
Ward Jansen (Matthew McConaughey) regresa a su pueblo de Florida para investigar el caso de un condenado (John Cusack) por haber matado a un sheriff. Le ayudará su hermano pequeño Jack (Zac Efron), que se enamorará de Charlotte (Nicole Kidman), la prometida del preso, los cuales nunca se han visto en persona.
La película, que se presentó en el Festival de Cannes con todo tipo de comentarios, se plantea a simple vista por lo que a priori quiere contar como un thriller más. Sin embargo, que ésto no lleve a confusión, no estamos ante una película de fácil digestión que no pasará desapercibida.
El planteamiento de Lee Daniels resulta curioso, pareciendo obsesionado con la idea de crear una atmósfera desasosegante, tanto en lo estético como en lo formal de la propuesta.
Podría confundir a más de un espectador y pensar que se encontrará un nuevo Tiempo de Matar del siglo XXI con McConaughey también de protagonista.
Siente uno la necesidad de avisar que la complicada película de Daniels nada tiene que ver con el género de juicios injustos, uno no sabría bien ni cómo definirla, si un thriller, una comedia o un retrato social de la américa de los sesenta.
Bien es cierto, que la película flaquea en su guión, con el que a veces parece no encontrar el sentido de algunas situaciones, o el desarrollo de los personajes no resulta del todo correcto o acertado, desdibujando precisamente quién es el verdadero protagonista de la película.
Pero, ésto que supone un problema, Daniels lo ha resuelto con una desagarradora y agobiante dirección, situando la cámara siempre desde un punto en el que convierte al espectador en un voyeur que espía sus protagonistas y es testigo de cada una de las humillaciones que sufren los protagonistas, las cuales nunca fueron tan estética y perversamente rodadas.
Y ésta mirada de la que hablamos que ha imprimido su director convierte a la película en un extraño juego del que, a pesar de ver escenas que podrían rozar el ridículo, uno no puede retirar la mirada. Son destacables los momentos en los que en la sala nadie podrá ni respirar, con escenas tan chocantes y electrizantes como la reunión entre los protagonistas y el condenado, en la que una ardiente Nicole Kidman tiene una escena de sexo a distancia con John Cusack, sin palabras.
La actriz que se sitúa como el mayor reclamo de la película, en un papel que se aleja mucho de la imagen que ha dado hasta el momento, interpreta a una sexy, paleta y caliente mujer, ofreciendo una de las mejores interpretaciones de su carrera y haciendo posible la idea por la cual su joven protagonista pierde la cabeza.
Una película de digestión difícil, que horrorizará y encandilará por partes iguales, pero que sin embargo no dejará indiferente a nadie. Aunque, resulte una pena por culpa del guión, que la película no se haya convertido en la que podría haber sido.
+ La estética de una película llena de ridículo y humillación
- El pobre desarrollo de sus personajes.
PUNTUACIÓN TOTAL: * * *
viernes, 15 de marzo de 2013
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
0 comentarios :
Publicar un comentario