Muchos
años han pasado desde que la pareja de guionistas y directores Dominic Harari y
Teresa de Pelegri, firmaran la ácida “Seres Queridos”. Ahora, vuelven a la
carga con una comedia romántica que gira en torno al mundo gastronómico y rodada
en un luminoso Dublín.
Oliver
(Richard Coyle) es un escritor gastronómico famoso y con mucho éxito con las
mujeres, que vive acomplejado por una infancia que considera demasiado ruda e
irlandesa para él. Un día conoce a una alocada española, Bibiana (Leonor
Watling), de la que se enamora. Sin embargo, no será tan fácil salir adelante
con una relación que cuenta con demasiadas cosas que les separa.
La
comedia romántica está teniendo un boom en lo que respecta a su sentimental
unión a la comida. Si miramos atrás, varios son los ejemplos de películas que
utilizan a los alimentos como un personaje más, a través del cual contar una
historia, expresar sentimientos que los personajes no se atrevan a sacar a la
superficie.
Aceptando
que ésta no es ya una novedad y que bien podría definirse el género como
“comedia gastronómica”, hay varios aspectos de este “Amor en su Punto” que la
salvan de llamas de los fogones.
Los
directores quieren añadirle otros ingredientes a la comedia romántica, que como
el buen vino, el espectador pueda degustar unos aromas lejanos que le dejen
poso, un buen sabor. Son estas segundas lecturas, las que la hacen por momentos
interesante. La crítica a los prejuicios, al odio entre sexos y razas, al
respeto de las idologías y pensamientos de otras personas. Todo esto ha sido algo
que han querido combinar bien con el plato principal, sin embargo el resultado
ha sido algo desaliñado.
El
problema de “Amor en su Punto”, que pesar de ser divertida y simpática, es
precisamente eso. Resulta ser como cualquier otra comedia bien hecha, que no se
ha quemado en el horno, gracias a la calidad de la materia prima, pero que sin
embargo no quiere dar el salto a la alta cocina y se conforma con un menú del
día más bien sencillo.
La
película es ágil, no aburre, pero tiene ese aire de las coproducciones con el
mundo sajón, que chirrían, tanto por la definición de los personajes
secundarios y la elección de sus actores, como por el intento de querer hacer
algo que ellos saben muy bien, pero que al exportar y/o copiar la receta,
resulta al final una extraña combinación a la que le falta precisamente ese
punto del que habla el título de la película.
A
pesar de todo, hemos de reconocer, que mucha culpa de nuestras sensaciones
respecto a “Amor en su Punto”, se deban a que pudimos verla en el Festival de
Málaga y quizás la hubiéramos juzgado con menos dureza en otro contexto.
También
tiene aciertos la película y éstos vienen de sus dos actores principales, tanto
por la comicidad de Richard Coyle, como por el magnetismo, naturalidad y mala
leche con la que interpreta Leonor Watling a su falsa vegetariana, que tiene
varios de los momentos más divertidos y más logrados de la película.
Una
comedia agradable, que no acaba de encontrar en punto adecuado para salir del horno,
que sin embargo puede ser disfrutada por parte de un sector del público poco
exigente que lo únic que busque sea encontrar un plato ligerito sin el que
llenarse en exceso la barriga, o el cerebro.
+
La luminosidad que desprende Leonor Watling.
- Algunos gags demasiado forzados.
PUNTUACIÓN
TOTAL: * *
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