Este fin de semana se estrena en España "Pasolini" de Abel Ferrara tras su paso por los Festivales de Venecia y San Sebástián, ahí fue donde nosotros tuvimos la oportunidad de ver en la Sección Perlas. Ahora rescatamos la crónica de San Sebastián y la adaptamos como crítica para el estreno de la película que recrea el último día de vida del controvertido y escandalizador director italiano.
Muchas ganas teníamos de ver esta singular propuesta de la que se venía hablando mucho desde su paso por el Festival de Venecia. El último día en la vida del genio italiano se antojaba como una perita en dulce para la segunda jornada del festival.
Sin embargo, bajo todo esa maquinaria de documentación y recreación histórica no se esconde más que un trabajo excesivamente academicista, bien llevado a cabo, pero con una gran falta de personalidad e imaginación que por mucho que integre secuencias oníricas y inconexas con la trama del asesinato, no logran estar ni a la altura del biopic que se merece Pasolini ni de la carrera de Ferrara.
La película está rodada como un pulcro documento gráfico en el que se recrean las palabras y movimientos del malogrado director, en el que se detalla al minuto cómo vivió el que supuso el último día de vida de Pasolini. A pesar de ese esfuerzo de documentación, Ferrara es consciente que para llegar al alma del director debe adentrarse en sus obsesiones, en su mente. Para lo cual nos presenta lo que sería la última película que hubiera rodado el director si hubiera podido y de esta forma nos ofrece imágenes de cómo hubiera resultado dicha obra. Sin embargo, ni la imagen ni la inclusión de alguna escena con sexo consiguen que dicho retrato se acerque a lo que el director hubiera imaginado, resultando un vago y perezoso homenaje que desvía la atención de lo que en realidad trata la película, la muerte de Pasolini.
Un exceso de respeto al mito, a la persona o quizás miedo al atrevimiento huele durante toda el metraje de una película que finalmente no consigue que conectemos con una serie de numerosos personajes que se pasean por la pantalla, cada uno hablando o un idioma diferente o mostrando una mezcolanza de acentos que no hacen más que pensemos en los problemas que a veces suponen las coproducciones. Además, el maniatado guión no permite, a excepción de Pasolini, que ninguno de estos políglotas personajes ofrezcan demasiado a la trama, entrando y saliendo de la película sin ofrecer ningún tipo de matiz.
No es una película mala, sin embargo sus formas tan excesivamente premeditadas y el gran error lingüístico de la película hacen que no estemos de su parte y conectemos con lo que podría haber sido un gran homenaje al director italiano.
Destacar la profunda y congeladora interpretación de Willem Dafoe, que supone lo mejor de la película, capaz de asumir un personaje complejo y a pesar de contar con algún que otro discurso que se antoja como un capricho para su lucimiento, construye un personaje a través de las miradas y las contrariedades que formula.
Lo Mejor: Willem Dafoe, su mirada.
Lo Peor: el excesivo respeto y miedo a ofrecer algo diferente.
PUNTUACIÓN TOTAL: ★ ★ y 1/2
Muchas ganas teníamos de ver esta singular propuesta de la que se venía hablando mucho desde su paso por el Festival de Venecia. El último día en la vida del genio italiano se antojaba como una perita en dulce para la segunda jornada del festival.
Sin embargo, bajo todo esa maquinaria de documentación y recreación histórica no se esconde más que un trabajo excesivamente academicista, bien llevado a cabo, pero con una gran falta de personalidad e imaginación que por mucho que integre secuencias oníricas y inconexas con la trama del asesinato, no logran estar ni a la altura del biopic que se merece Pasolini ni de la carrera de Ferrara.
La película está rodada como un pulcro documento gráfico en el que se recrean las palabras y movimientos del malogrado director, en el que se detalla al minuto cómo vivió el que supuso el último día de vida de Pasolini. A pesar de ese esfuerzo de documentación, Ferrara es consciente que para llegar al alma del director debe adentrarse en sus obsesiones, en su mente. Para lo cual nos presenta lo que sería la última película que hubiera rodado el director si hubiera podido y de esta forma nos ofrece imágenes de cómo hubiera resultado dicha obra. Sin embargo, ni la imagen ni la inclusión de alguna escena con sexo consiguen que dicho retrato se acerque a lo que el director hubiera imaginado, resultando un vago y perezoso homenaje que desvía la atención de lo que en realidad trata la película, la muerte de Pasolini.
Un exceso de respeto al mito, a la persona o quizás miedo al atrevimiento huele durante toda el metraje de una película que finalmente no consigue que conectemos con una serie de numerosos personajes que se pasean por la pantalla, cada uno hablando o un idioma diferente o mostrando una mezcolanza de acentos que no hacen más que pensemos en los problemas que a veces suponen las coproducciones. Además, el maniatado guión no permite, a excepción de Pasolini, que ninguno de estos políglotas personajes ofrezcan demasiado a la trama, entrando y saliendo de la película sin ofrecer ningún tipo de matiz.
No es una película mala, sin embargo sus formas tan excesivamente premeditadas y el gran error lingüístico de la película hacen que no estemos de su parte y conectemos con lo que podría haber sido un gran homenaje al director italiano.
Destacar la profunda y congeladora interpretación de Willem Dafoe, que supone lo mejor de la película, capaz de asumir un personaje complejo y a pesar de contar con algún que otro discurso que se antoja como un capricho para su lucimiento, construye un personaje a través de las miradas y las contrariedades que formula.
Lo Mejor: Willem Dafoe, su mirada.
Lo Peor: el excesivo respeto y miedo a ofrecer algo diferente.
PUNTUACIÓN TOTAL: