Tras pasar con gran éxito por el Festival de San Sebastián, por fin se estrena la incursión de Paula Ortiz en el mundo del genial poeta Lorca. Avalada por un aluvión de nominaciones, nueve a los Premios Feroz y doce a los Goya, esta es sin duda una de las películas de la temporada.
Tres años han pasado desde que descubriéramos a esta zaragozana con la pequeña y a la vez sutil "De tu Ventana a la Mía". Ya en dicho momento tuvimos el presentimiento que Paula Ortiz era una directora a la que había que seguir, a la vez que anhelar su siguiente proyecto, algo que se confirmó cuando dio la noticia que se lanzaría de lleno en adaptar "Las Bodas de Sangre" del poeta Federico García Lorca.
No debe ser una decisión fácil la de adaptar a Lorca, uno se pone contra las cuerdas, meterse de lleno ante a la pasión, el amor y la muerte. Unos lo han hecho, pasando con más o menos gloria, otros han sido capaces de fijar su mirada en la época que retrata el poeta, como la versión de "La Casa de Bernarda Alba" de Mario Camus. Sin embargo, nada mejor que el mundo personal e íntimo de Paula Ortíz para acercarse a la tragedia, a la madre de todas ellas, y se lleva esos sentimientos tan andaluces del poeta a la tierra árida y seca aragonesa, así demostrando la universalidad tanto de sus versos, como de los sentimientos de los que habla toda su obra.
Paula Ortiz consigue el milagro, resucita al gran granadino, y se produce la metamorfosis, haciendo que los versos fluyan a través de las imágenes, los silencios, las miradas, a través de la novia. Esa novia, reina por antonomasia de lo que podría denominarse mitología andaluza, junto a otro personaje tan icónico como destructivo que es la "Carmen" de Prosper de Merimée. De esta forma su directora centra el relato en el personaje principal, todo gira en torno a ella, ya no a las bodas en sí, sino en la destrucción y la tragedia que representa la novia, que convierte en el eje omnipresente de su película. Destrucción, entendido en el sentido de desolación y desgracia, la desgracia que siente ella misma al ver su oscuro mundo dividido en dos justo en el momento en que parecía que comenzaba a ver la luz.
Así es "La Novia" de Paula Ortiz, una película que retrata el perpetuo dilema entre seguridad y libertad, una libertad que a la vez condena al mayor de los fuegos. Una libertad que es sinónimo de pasión, que acarrea consecuencias, algo que conoce su protagonista, y por lo que lucha durante cada momento, creyendo que ese novio será la estabilidad que consiga hacerle olvidar sus pulsiones más ansiadas y profundas. A pesar de todo, tanto el texto de Lorca como esta genial adaptación de Ortiz, demuestra que tanto oscuridad como luz, pasión y conformismo, forman parte de un todo que al fin y al cabo forman todos parte de uno mismo, pudiendo llevar al peor de los finales, si uno de éstos consigue predominar sobre el resto.
Todo esto y más es "La Novia", teatro que se convierte en poesía, poesía que da paso al cine, un cine que hace uso de todos y cada uno de sus elementos narrativos y artísticos para trascender a los sentidos, y hacer que las palabras ya no sean necesarias para poder contar esta tragedia del gran poeta. Para ello, hace un uso inteligente, como demostró en su debut, de todos los recursos que etán a su alcance para que cada uno de ellos hable por sí solo. El sonido del silencio y el viento, desgarrador. El frenético montaje que hace palpitar el corazón. La música de Shigeru Umebayashi, que ensalza el dramatismo y trasporta directamente a la película. La fotografía de Miguel Amodeo, que convierte cada instante en un perfecto cuadro. Así, Paula Ortiz se convierte en esta gran directora de una orquesta que consigue que estemos ante una de las experiencias visuales del año, quizás de la década. Nos habla desde el alma, desde lo más profundo de ella, para contarnos una historia que aunque se escribió hace más de ochenta años, nos habla de algo tan actual y universal como es el amor, la familia, el honor, la tradición y la muerte. Demostrando así que los clásicos están para revisarlos de vez en cuando.
Como cuerpo y alma de esta película nos encontramos a una Inma Cuesta, que parece haber nacido para interpretar a la antiheroína por antonomasia, dejando todo su ser al descubierto para que recorramos este arduo camino, a través de su mirada, sus silencios, sus versos reposados. Unos versos secundados por un gran elenco en estado de gracia, desde la contundente Luisa Gavasa, hasta la sencillez del desaparecido Carlos Álvarez-Novoa, sin olvidar el difícil y enigmático trabajo por María Alfonsa Rosso. Acto de justicia reivindicar el cuerpo a cuerpo de Álex García y Asier Etxeandía, justificando el río de locura, pasión e indecisión de la que habla el poeta.
+ Habla desde lo más profundo del alma.
- Creer erróneamente que estamos ante un cine de difícil acceso para el gran público.
PUNTUACIÓN TOTAL: * * * * *
domingo, 20 de diciembre de 2015
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