Se estrena en España la última película de Oliver Stone tras su descafeinado paso por la taquilla americana, además de la tibia recogida en el pasado Festival de San Sebastián, donde pudimos comprobar el resultado del biopic sobre Edward Snowden.
No podía ser otro el que dirigiera esta película, el siempre polémico Oliver Stone se lanza de lleno en dirigir esta historia que nace con la pretensión de señalar con el dedo a los gobiernos americanos, independientemente de su color, con la mera intención de levantar ampollas, y, de paso, crear polémica. Sin embargo, a pesar de todo el ruido, encontramos pocas nueces. Un envoltorio con mucho color, pero con pocas sobras. Estamos ante un biopic soso, muy soso, donde en ningún momento sentimos esa inquietud y tensión que, la historia de un gobierno espiando a millones de personas, debería tener.
Oliver Stone se dedica simplemente a narrar, como puede, unos hechos que debemos creer con fe ciega. No es problema de cuestionar la verdad del señor Stone, es su manera de contar la película, maniquea y poco imparcial, la que nos hace desinteresarnos por ella. Los malos son muy malos, sin ningún matiz, ni una duda, los buenos tampoco se muestran interesantes, sólo hablan del amor y de patriotismo, poco más.
Lo interesante habría sido realizar un retrato con sus luces y sus sombras, donde el espectador fuera el que se realizara las preguntas, no una película en la que la versión de Stone-aunque seguramente casi todo lo que cuenta sea cierto-se imponga de manera brusca, sin sutilezas. De esta manera "Snowden" no es más que el primo lejano de otra película de mismo corte como "El Quinto Poder", que tiene el poder de convertir en aquella en un producto mucho más digno, desperdiciando la oportunidad de haber indagado con un thriller político en los valores más profundos del sistema americano.
Oliver Stone se empeña en querer copiar un estilo "Bourne", incluso en algunos momento recuerda el acercamiento, aunque olvida la fórmula de rodar una película de acción sin acción. Se pierde en los numerosos flashbacks, donde se centra sobre todo en la relación sentimental, queriendo mostrar a través de ésta las dudas del personaje protagonista, sin conseguir que uno sienta empatía ante el dilema que plantea ala película: "¿cómo ser fiel a un país, aun traicionándolo?" Entre tantos saltos temporales, encontramos una película que peca de los peores tópicos del cine americano, aunque sea precisamente todo aquello que su director se empeña en criticar en su filmografía.
Rodada con poco gusto, en piloto automático, sin ningún atisbo de realizar auténtico thriller, no podríamos decir que estamos ante un telefilme de lujo, eso sería desprestigiar esas historias rodadas con un propósito, pero "Snowden" no cumple el suyo, ni aporta mucho más a nivel informativo de lo que ya contó "Citizenfour", ni se adentra en el drama y dilema de los personajes, tan sólo muestra la primera capa sin intentar quitar el polvo que esconde esta historia, como si lo que ya contara fuera suficiente para convencer al espectador.
"Snowden" no es una de esas películas que crear controversia, que gustan a unos y odian los otros, simplemente es el típico producto que no recomendaríamos como pagar la entrada del cine, en la que todo suena impostado y falso, ni su guión se sostiene, ni su monótona dirección consiguen salvar a uno del aburrimiento al que somete al espectador durante más de 130 minutos, en los que vemos pasearse a un conjunto de actores que no sabemos si están directamente mal enfocados y dirigidos, o simplemente son un error de casting. Nunca Rhys Ifans había estado tan mal, tan forzado, consiguiendo que casi lo mejor no sea un perdido Joseph Gordon-Lewitt, sino la breve aparición de Nicolas Cage.
+ Su inicio prometedor, falso reflejo del desastre que se avecina.
- Su falta de ritmo y sentido.
PUNTUACIÓN: * y 1/2
jueves, 13 de octubre de 2016
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