Tras pasar por el Festival de Málaga se estrena esta Semana Santa "Nieve Negra", un thiller que devuelve a la dirección a Martín Hodaran después de diez años tras la interesante "La Señal".
La
historia gira en torno a Marcos (Leonardo Sbaraglia) que tras el
fallecimiento de su padre debe reencontrarse con su hermano Salvador
(Ricardo Darín), que vive aislado en la cabaña donde vivieron una
infancia salpicada por la muerte de manera accidental de su otro hermano. El reecuentro hará que afloren los secretos del pasado.
Andorra es el lugar elegido para emular una Patagonia desoladora, nevada y apocalíptica, donde en un recóndito bosque se esconde una cabaña que sirve de refugio a uno de los tres protagonistas de esta historia con tintes de western y melodrama familiar. En este ambiente de angustiosa nieve, se desarrolla esta tormentosa historia de conflictos familiares no resueltos tras varias décadas. Conflictos que han pasado durante mucho tiempo en cocción lenta, pero que inevitablemente tienen que salir a la luz, en este caso por el propósito de venta de los terrenos por una cifra millonaria.
En "Nieve Negra" asistimos a esa explosión, cual bomba de relojería Martín Hodara quiere mostrar cómo pequeños movimientos son los responsables de desencadenar una tragedia familiar de características griegas, con algún que otro conplejo que Freud podría incluir en su lista de patologías. Sin embargo, la manera en que su director y guionista decide resolver esta historia no llega a estar a la altura de las circunstancias.
Con un planteamiento y presentación de personaje excesivamente alargado, el giro de la historia parece que nunca llega, y cuando sucede, uno ya ha perdido completamente el interés tanto en sus personajes como en lo que subyace a este enfrentamiento entre dos hermanos interpretados por dos de los mejores actores vivos del planeta. Sus reiterativos e innecesariamente explicativos flashbacks lastran la narración, haciendo que el ritmo sea lento y tedioso, retrasando de esta manera la explosión de esa bomba de relojería que se esconde debajo de la piel de los protagonistas.
El supuesto suspense nunca llega a serlo, y el conflicto que plantea se intuye a la legua ya desde la primera media hora de metraje, por culpa de la necesidad del director de no dejar que el espectador piense por sí sólo, por culpa de esa necesidad de dejar todos y cada uno de sus cabos bien atados, explicados y masticados. Tampoco contribuye mucho un guion tramposo, poco original, que acaba cayendo en los mayores tópicos del cine de suspense, convirtiendo a "Nieve Negra" en un thriller con tintes melodramáticos que harán las delicias a los amantes de los telefilmes de sobremesa.
Más allá de un empaque bonito, con su cuidada fotografía y su sofisticada dirección artística, no encontramos más que una película que pretende ocultar sus intenciones comerciales bajo un sello de autor que no existe, dejando que el peso de toda la película recaiga en el trío protagonista, que es lo mejor de esta película, sobre todo una Laia Costa que se come entera a sus dos partenaires.
"Nieve Negra" resulta una oportunidad perdida, la de reunir a dos de los actores del cine argentino más importantes que hayan existido, que no consigue aprovechar todos los elementos con los que contaba por culpa de un guion que precisaba de un par de vueltas más, además de una narración tediosa.
+ Laia Costa, una todoterreno.
- Su simplón guion.
PUNTUACIÓN: ⭐ ⭐
miércoles, 12 de abril de 2017
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